miércoles, 25 de julio de 2012



Patricia Vásquez



IQUIQUE – 2011



Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be,   bi, bo, bu.  Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado…”
                                                         
                                                                                                                                    PAULO FREIRE

 Importancia de considerar la neurociencia en los programas educativos.


Tal como visionariamente nos habla la cita de PAULO FREIRE, la educación ha evolucionado con el hombre  través de la historia de la humanidad,  y a sido materia de constante estudio por ser un proceso inherente al ser humano, a través del cual a tratado de comprender concepciones complejas del mundo que nos rodea.

Todas las prácticas aprendidas, criticadas y admiradas en el proceso de formación profesional en las carreras de pedagogía, se refuerzan y teorizan a través  de este nuevo concepto de la NEUROCIENCIA.

Concepciones tales como: aprendizaje signicativo, zona de desarrollo próximo, motivación al aprendizaje, mediación docente, andamiaje y otros, nos aportan significados concretos desde la mirada del estudio del  cerebro y aparece este nuevo  concepto digno de hacer propio en la práctica docente e incorporarlo desde una mirada concreta y real a nuestros planes y programas educativos.

Pero a la vez encontramos vicios en la formación académica (que deberán ser corregidos desde la mirada de la neurociencia) en la que la concepción del estudiante nos lleva a visualizarlo como una totalidad, como un aprendiz sin conocimientos concretos, como una vasija que debe ser llenada, versus el profesor, dueño de la verdad, de los conocimientos y del poder dentro de la sala de clases.

Las relaciones interpersonales entre profesor y alumno, nacen de manera impersonal, en donde inclusive, aun encontramos profesores que llaman a sus alumnos por los apellidos. El docente poca relevancia le da a la mezcla entre los afectos y el estudio.

Sin duda esta visión deberá cambiar.

La neurociencia estudia la anatomía funcional de las redes del cerebro, el sistema nervioso, avances sobre el pensamiento, emoción y conducta humana a través de las conexiones neuronales en los contextos de aprendizaje. A partir de estos conocimientos concretos, podemos replantearnos la educación  desde una nueva mirada.

Bajo este prisma, dentro de una sala de clases nuestros estudiantes serán físicamente diferentes; habrán unos pelirrojos, morenos o rubios, altos o bajos, delgados o gruesos, hombres o mujeres.
Pero a partir de la visión de neurociencia, no solo deberemos observar estas diferencias físicas.
Deberemos ser capaces de imaginarnos el cerebro de nuestros aprendices y visualizar cuales serán los circuitos reverberantes existentes en ellos, cuan complejas podrán llegar a ser sus conexiones interneuronales, cual será su capacidad de plasticidad neuronal y finalmente como despertaremos las conexiones que se encuentran en latencia,

La educación se plantea como un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes, pero deberemos comenzar a aplicar fehacientemente estas premisas en las metodologías aplicadas al aula.

            La vida es una constante clase….día a día aprendemos algo nuevo; desde que nacemos está a nuestro lado la necesidad imperiosa de explorar, de buscar, de soñar y de adquirir experiencias nuevas. Pero no debemos olvidar que ese ímpetu interno dependerá en gran medida de las posibilidades existentes en nuestro entorno.
           
Acá aparece la cultura y la sociedad que nos rodea, la propia, la que nos hace distintos los unos a los otros, y la que nos hace iguales unos a otros. Cuan importante es considerar la particularidad, muy escuchada en el contexto educativo, pero que ahora le encontramos sentido real: no podemos obviar que la cultura y sociedad imperante en nuestro entorno inmediato nos aportará redes neuronales especificas, es decir, mi entorno social, familiar, barrial, vecinal, escolar me aportará beneficios o desventajas en mis esquemas cerebrales, para establecer conexiones y sinapsis relacionadas a mis experiencias sociales y culturales.

La neurociencia nos habla de  la importancia de las conexiones interneuronales durante la  primera infancia. Desde estos niveles educativos, es decir, desde la educación preescolar, deberemos especializarnos en el estudio de las sinapsis neuronales, de la emocionalidad y de la importancia de la experiencia.


Desarrollo de una metodología de educación que considere los fundamentos de las neurociencias.

Los planes y programas deberán replantearse nuevos objetivos. No podemos dejar de mirar  la educación desde las ciencias biológicas. Deberemos inmiscuirnos en los avances para complementar y soportar, teóricamente, nuevas metodologías apuntadas a potenciar la capacidad cerebral de nuestros estudiantes, en todos los niveles educativos, pero principalmente desde los primeros niveles, los preescolares, ya que potenciar experiencias facilitadoras, modelarán cerebros ávidos de aprendizaje.
            Desde esta nueva mirada, las metodologías  deberán  apuntar en los primeros ciclos, a la construcción del yo, la  intersubjetividad.  La importancia del yo, del concepto positivo que tienen los demás de mí, facilita el proceso de adquisición de aprendizajes.
            La autoconsciencia deberá potenciarse en los primeros años de escolaridad. El autoconcepto, la autoimagen y la autoestima, deberán ser  reforzados por el docente, especialmente en escuelas de sectores vulnerables, en talleres para padres o en reuniones de apoderados.
Desde un análisis curricular, el colegio debiera incluir en su P.E.I. (Proyecto Educativo Institucional), y en sus Planes y Programas, todas las metodologías posibles de trabajar la didáctica conjuntamente con elementos claves para potenciar la plasticidad neuronal,  de manera de enriquecer fehacientemente los espacios educativos.
Si hablamos de la inclusión de las neurociencias en los programas educativos, el personal directivo deberá perfeccionar a su planta docente y técnica  en esta área, para transformarlos en agentes  inclusivos y con reales ganas de innovar.
(Los profesores, por lo general, reaccionan frente a los requerimientos de los establecimientos de manera positiva cuando se habla de mejoras en los procesos de aprendizaje de los alumnos).   
            El curriculum elegido por el establecimiento deberá involucrar la neurociencia a través de los procesos de diagnóstico, planeamiento y evaluación de aprendizajes.

            Metodológicamente hablando, ya no podremos realizar una planificación única dentro de una sala de clases o frente a una materia determinada. Habrá que buscar múltiples estrategias de organizar nuestras clases, tantas como alumnos tengamos en nuestras salas.
            Considerando que las emociones están sobre las cogniciones, la significancia en los contextos de aprendizaje juegan un papel fundamental. El profesor deberá ser un mediador cercano, capaz de impactar y provocar en el alumno una disfunción en la armonía del cerebro, para comprometerlo en su proceso. Deberá construir vínculos poderosos con sus alumnos, en donde las emociones comprometan a ambos, para que profesor y alumno busquen encontrar las mismas respuestas a sus dudas, en donde sean cómplices en el aprender.

            A través del mundo exterior profesores y estudiantes deberán:
  • Darse cuenta de la ignorancia.
  • Informarse
  • Comprender la información, estableciendo asociaciones de contenidos.          

A nivel de mundo interior:
  • Internalizar la información.
  • Cambio en la conducta.

Si hablamos del enfoque curricular, por consecuencia, debiésemos adoptar el Enfoque Racional Emotivo, en donde las emociones y los sentimientos jugarán a favor de aprendizajes permanentes en el tiempo, de valor para el estudiante y relevantes para el profesor.

      Desde este enfoque, debemos comenzar a incluir la inteligencia emocional en nuestros campus educativos. No podemos desconocer  que el concepto de inteligencia es complejo y admite procesos cerebrales complejos. Si hablamos de motivación y significancia, la inteligencia emocional desde su concepto de ser un “…conjunto de habilidades que permiten ser capaz de motivarse y persistir frente a las decepciones; controlar el impulso y demorar la gratificación, regular el humor y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar; mostrar empatia y abrigar esperanzas.” (DE LA BARRERA Y DONOLO, 2009) nos hace sensibles a las diferencias individuales de los seres humanos, a los periodos sensibles que debemos considerar, a la interrelación entre profesor y alumno, a la necesidad de incluir en nuestras salas de clases el amor por el otro, no solo en nuestras prácticas informales, sino en nuestras metodologías.

      Vivimos  en un nuevo siglo, debemos ver la educación desde esta nueva mirada. Los procesos de enseñanza y aprendizaje deberán ser considerados desde la transdisciplinariedad. Incluir el aprendizaje como ciencia y la educación como su aliado, nos llevará a observar con mayor claridad que pasa en la anatomía funcional de las redes del cerebro. La suma de neurociencia, educación y didáctica, solo enriquecerán nuestras prácticas pedagógicas, beneficiando  a nuestros alumnos y  a nosotros mismos.

Las diferencias individuales de los alumnos en función de su estilo de organización neuronal.

Identificar a los estudiantes como seres individuales, constructores y portadores de realidades particulares, en procesos sensibles de desarrollo de la vida diversos, y miembros de una sociedad demandante y en constante búsqueda, es una prioridad cuando hablamos de la inclusión de las neurociencias.

Por lo tanto, podríamos decir que el Modelo Clásico de las Ciencias ya no se debiera admitir ni en los colegios ni  en la docencia.

Desde el Modelo Post – Racionalista de Humberto Maturana podemos identificar las necesidades educativas bajo otro prisma.

El alumno y el profesor construyen, desde esta mirada, realidades particulares y propias, que quizás jamás podrán comprender desde sus sitiales tan distintos. Como hay un espectador que construye la realidad desde su mirada particular, no podemos hablar, según mi humilde percepción, de normalidad o anormalidad de diferencias o similitudes entre los alumnos. El tema es más complejo de lo que parece, pero la solución es más fácil de lo que se cree.

Si hablamos que hay tantos tipos de conexiones cerebrales, como personas existen, algo nos debiera unificar. Bajo este modelo deberemos observar la organización neuronal como un proceso propio y particular de cada individuo. Bajo este análisis, deberemos modificar  y enriquecer específicamente nuestros instrumentos evaluativos, especialmente por el respeto que se merecen nuestros alumnos. Simplemente no todos hacemos todo como todos, y esa es la verdad, por muy simple que parezca.

Bajo esta mirada, el amor juega un rol fundamental a la hora de hablar de diferencias individuales. Solo el amor nos enriquece y nos contiene. Solo el amor consuela y nos potencia. A través del amor podemos unificarnos y pensar en el otro para beneficiarlo tanto como lo quisiera yo.

A través de esta reflexión y de este análisis podremos incluir a la neurociencia en su totalidad en nuestros contextos de aprendizaje.

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