Artículo
“REFLEXION SOBRE LA EDUCACION Y SU
IMPLICANCIA EN LA
MOVILIDAD SOCIAL ”
PATRICIA
VASQUEZ ESPINOZA
IQUIQUE – SEPTIEMBRE 2011
Patricia Vásquez
Espinoza
Resumen
El siguiente artículo
nos presenta una reflexión personal sobre la visión que existe acerca de la
educación y sus implicancias en el desarrollo de las políticas, no solo
relacionadas en materias de mejoramiento de la calidad y equidad, sino también
como medio para el modelamiento de las sociedades. A continuación analizo sobre la realidad educativa chilena, su
crisis y el complejo panorama de
soluciones existentes.
Introducción:
La educación
siempre se nos ha presentado como el medio capaz de mejorar la situación de un país en todos los
ámbitos que ello implica. Como la única esperanza para romper el círculo de la
pobreza, especialmente en los hogares más pobres de nuestro cualquier país, que
ven con optimismo como sus niños y niñas acceden a una “mejor educación”.
Si analizamos un
poco mas, en nuestro país la inversión en materias educativas, específicamente
apuntaron al mejoramiento de todos los niveles como primera gran meta a lograr
por los gobiernos posteriores al régimen militar, pero el foco principal se ha
confundido a través de los años. Se ha
enfatizado la cobertura, ampliándola a altos niveles, nunca antes vistos, pero
a cualquier precio.
La meta de los gobiernos de la concertación
apuntaba como gran slogan de aquellos años, a la calidad y la equidad. En
cuanto a la calidad, mejores aprendizajes, mejor infraestructura, profesores
más capacitados y como consecuencia obvia, mejores estudiantes, con altos
estándares de desempeño, capaces de transformar nuestra sociedad en la deseada
potencia de Latinoamericana. En cuanto a la equidad, las mismas oportunidades para todos los
estudiantes chilenos, independientes de su estrato socioeconómico, es decir,
del ingreso per cápita familiar.
Independiente de
los niveles educativos la crisis en la educación chilena es, querámoslo o no,
producto de todos los experimentos que se han aplicado durante estas últimas
dos décadas, para lograr que la
educación favorezca principalmente la economía idealizada por el gobierno de
turno (Jesús Redondo, 2005)
A raíz de ello, y
considerando que dentro de aquellos experimentos, nos propusimos formar
ciudadanos comprometidos cívicamente con el país, con voz de voto, reflexivos y
críticos, las generaciones de los años 90, fueron favorecidas con las
metodologías aplicadas, sin duda y han reflexionado mas allá, planteando un problema anidado en el corazón con el transcurso de los años, ¿Podremos desvincular,
en algún momento, los factores económicos que transversalizan la educación,
para volver a la esencia de la formación por y para el hombre, como un bien
implícito y necesario del alma humana?
La
educación es un derecho, no es un negocio.
La educación es un derecho (Declaración
Universal de los Derechos Humanos, Art. 26). Partiendo de esta premisa
conocida por todos, las políticas fomentadas por el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional, necesarias por cierto para mejorar las condiciones de
los pueblos más pobres con el fin de
invertir en educación, han desfavorecido esta premisa desde su esencia. La desigualdad de oportunidades que existe en
nuestro sistema educativo es clara, el que invierte más, gana más. Esto va en
desmedro de la familia, principal agente
educativo y núcleo de la sociedad, que al necesariamente ver la educación de los hijos como una inversión
a corto plazo, busca generar más recursos, movilizando a las mujeres a salir de
los hogares en busca de empleo y los padres a exigirse en el mejor de los
casos, con mas de un trabajo dependiendo
del nivel educativo en el que se encuentren sus hijos (Rosa María Torres,
2005). La escuela se presenta como una
fuente de gastos, mas que de recompensas, en donde, todos sabemos e incluso así
nos lo recuerda la publicidad, a marzo se le teme. Lo anterior afecta
especialmente a la clase media de nuestro país quienes optan por la educación
subvencionada, de todos el mal menor accesible por cierto para este estrato
socioeconómico pero fuente de eternos gastos que van desde el uniforme, por
cierto “no obligatorio” en nuestro país, hasta los textos de todas las
asignaturas, ya que los del estado simplemente “no sirven”, y a quines la
inversión los acompaña por mucho tiempo,
fuertemente en la enseñanza media y en los preuniversitarios, y con un
mayor endeudamiento, generalmente en la educación terciaria. (Brunner, José
Joaquín, 2011) Entonces en nuestro país, la educación no es un derecho, es una
inversión, el que puede hacerlo, invierte y el que no, mira impávido como la
desigualdad a su alrededor aumenta día a día y como la historia familiar se
repite. El estado debe responsabilizarse de manera efectiva por entregar este
derecho a todos sus ciudadanos, tal y como lo dice nuestra constitución (LOCE
1980).
La educación no es un negocio. No
podemos obviar que se necesita invertir fuertemente en ella para poder
mejorarla a niveles globales. Pero el asunto va más allá. Es negativo que la
educación se visualice como un tema
económico transversal ya que lo monetario, no puede ser el fin de lo educativo. La
sociedad chilena no puede visualizar la educación como un conjunto de medidas
económicas que favorecerán al país. Ya tenemos el ejemplo de la educación
subvencionada y sus resultados: una mayor desigualdad en cuanto a los contenidos
y sus objetivos fundamentales, una brecha mayor entre la educación particular
subvencionada y la municipal y una latente
inseguridad de que ésta es una
educación de mejor calidad que la municipal. La primera no pierde, ni
perderá, su derecho a lucrar, visualizando a estos establecimientos como
microempresas capaces de generar en corto tiempo, verdaderos imperios económicos
movilizadores de empleos y de ganancias, fuentes de ingresos a corto plazo, en
donde los sostenedores van aumentando los niveles educativos según van
aumentando las arcas del establecimiento. Esta situación es preocupante, ya que trasciende a los educandos, quienes
durante su formación, van visualizando que la inversión y las ganancias es lo
que vale. Es por esto, que en el último gobierno se han debido buscar
estrategias llamativas para que los alumnos de la enseñanza media deseen
estudiar pedagogía, por ejemplo, en donde es bien conocido el tema de los
pobres sueldos de los profesores, en todos los niveles. O sea la vocación se
nos transformó en un asunto de empoderamiento económico. Según los jóvenes del
2010, se estudia lo que dará más
beneficios económicos, vendiendo, en cierto modo, la identidad y esencia del
ser humano, y por lo tanto, nuestra historia. Por medio del ejemplo anterior si
vamos analizando las implicancias de la educación en la esencia misma de un
pueblo, nos daremos cuenta de su poder político y valórico, de su
transformación a través de los años, muy distinta a la de sus orígenes.
Desde esta realidad
es difícil llegar a acuerdos en materias de cambios profundos que apunten a una
educación digna y de calidad para todos. La educación será el medio para
mejorar la calidad de vida de un país, pero la esencia profunda del hombre y de
su desarrollo es lo que buscan además, las demandas no solo estudiantiles, sino
nacionales. Un tema sociológico digno de análisis y reflexión, para quizás mas
adelante.
Conclusión.
Necesitamos
reestructurar las políticas educativas para realizar una verdadera educación
para la vida (Morin, 2005) y beneficiar así a todas las clases sociales, pero
para ello deberemos reestructurar las
bases del gran sistema educativo chileno, tan distinto si consideramos
las características geográficas de nuestro país y tan distante si apuntamos a
la descentralización e independencia regional.
A cualquier país lo moviliza la
educación, lo que ya hemos visto en los últimos acontecimientos ocurridos a
nivel nacional, pero además, lo paraliza. La disconformidad con las medidas
adoptadas por el gobierno durante los últimos días frente a lo evidente de las
demandas, nos hablan de una visión nacional discordante con el funcionamiento
de nuestro sistema educativo, desde sus niveles preescolares hasta la educación
superior pero además, con las políticas accionadas desde los últimos gobiernos.
La disconformidad nos ha movilizado, desde los jóvenes por su espíritu mas rebelde, hasta los abuelos, pensando en
el bienestar de las futuras generaciones.
Modelamos una sociedad disconforme
por medio de un sistema educativo carente de posibilidades para todos, ¿será
esta la razón escondida de tanto acto violento en nuestro país? ¿El Baile de los que Sobran, de los
Prisioneros, será el himno de la educación chilena actual? Más que una
broma, parece una canción premonitoria, tan antigua, pero tan vigente en estos
momentos en Chile.
En todo caso, ya no todo puede ser
culpa del régimen militar. Hay que comenzar a dar vuelta la página y diseñar,
desde las demandas posibles de concretar, efectivos acuerdos en materias
educativas, que consideren las raíces epistemológicas de la educación chilena, desde
la esencia del ciudadano chileno, y para los ciudadanos chilenos, dispuestos a
transformar nuestra sociedad en una verdadera potencia latinoamericana, pero
desde la triada sociedad, individuo, chileno.
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