Patricia
Vásquez
IQUIQUE – 2011
“Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu.
Porque implica una comprensión crítica de la realidad social,
política y económica en la que está
el alfabetizado…”
PAULO
FREIRE
Importancia de considerar la neurociencia en los
programas educativos.
Tal como visionariamente nos habla la cita de PAULO
FREIRE, la educación ha evolucionado con el hombre través de la historia de la humanidad, y a sido materia de constante estudio por ser
un proceso inherente al ser humano, a través del cual a tratado de comprender
concepciones complejas del mundo que nos rodea.
Todas las prácticas aprendidas, criticadas y admiradas
en el proceso de formación profesional en las carreras de pedagogía, se
refuerzan y teorizan a través de este
nuevo concepto de la NEUROCIENCIA.
Concepciones tales como: aprendizaje signicativo, zona
de desarrollo próximo, motivación al aprendizaje, mediación docente, andamiaje
y otros, nos aportan significados concretos desde la mirada del estudio del cerebro y aparece este nuevo concepto digno de hacer propio en la práctica
docente e incorporarlo desde una mirada concreta y real a nuestros planes y
programas educativos.
Pero a la vez encontramos vicios en la formación
académica (que deberán ser corregidos desde la mirada de la neurociencia) en la
que la concepción del estudiante nos lleva a visualizarlo como una totalidad,
como un aprendiz sin conocimientos concretos, como una vasija que debe ser
llenada, versus el profesor, dueño de la verdad, de los conocimientos y del
poder dentro de la sala de clases.
Las relaciones interpersonales entre profesor y
alumno, nacen de manera impersonal, en donde inclusive, aun encontramos
profesores que llaman a sus alumnos por los apellidos. El docente poca
relevancia le da a la mezcla entre los afectos y el estudio.
Sin duda esta visión deberá cambiar.
La neurociencia estudia la anatomía funcional de las
redes del cerebro, el sistema nervioso, avances sobre el pensamiento, emoción y
conducta humana a través de las conexiones neuronales en los contextos de
aprendizaje. A partir de estos conocimientos concretos, podemos replantearnos
la educación desde una nueva mirada.
Bajo este prisma, dentro de una sala de clases
nuestros estudiantes serán físicamente diferentes; habrán unos pelirrojos,
morenos o rubios, altos o bajos, delgados o gruesos, hombres o mujeres.
Pero a partir de la visión de neurociencia, no solo
deberemos observar estas diferencias físicas.
Deberemos ser capaces de imaginarnos el cerebro de
nuestros aprendices y visualizar cuales serán los circuitos reverberantes
existentes en ellos, cuan complejas podrán llegar a ser sus conexiones
interneuronales, cual será su capacidad de plasticidad neuronal y finalmente como
despertaremos las conexiones que se encuentran en latencia,
La educación se plantea como
un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta
en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus
derechos y de sus deberes,
pero deberemos comenzar a aplicar fehacientemente estas premisas en las
metodologías aplicadas al aula.
La vida es una constante clase….día
a día aprendemos algo nuevo; desde que nacemos está a nuestro lado la necesidad
imperiosa de explorar, de buscar, de soñar y de adquirir experiencias nuevas.
Pero no debemos olvidar que ese ímpetu interno dependerá en gran medida de las
posibilidades existentes en nuestro entorno.
Acá
aparece la cultura y la sociedad que nos rodea, la propia, la que nos hace
distintos los unos a los otros, y la que nos hace iguales unos a otros. Cuan
importante es considerar la particularidad, muy escuchada en el contexto educativo,
pero que ahora le encontramos sentido real: no podemos obviar que la cultura y
sociedad imperante en nuestro entorno inmediato nos aportará redes neuronales
especificas, es decir, mi entorno social, familiar, barrial, vecinal, escolar
me aportará beneficios o desventajas en mis esquemas cerebrales, para
establecer conexiones y sinapsis relacionadas a mis experiencias sociales y
culturales.
La neurociencia nos habla de la importancia de las conexiones interneuronales
durante la primera infancia. Desde estos
niveles educativos, es decir, desde la educación preescolar, deberemos
especializarnos en el estudio de las sinapsis neuronales, de la emocionalidad y
de la importancia de la experiencia.
Desarrollo
de una metodología de educación que considere los fundamentos de las
neurociencias.
Los planes y programas deberán replantearse nuevos
objetivos. No podemos dejar de mirar la
educación desde las ciencias biológicas. Deberemos inmiscuirnos en los avances
para complementar y soportar, teóricamente, nuevas metodologías apuntadas a
potenciar la capacidad cerebral de nuestros estudiantes, en todos los niveles
educativos, pero principalmente desde los primeros niveles, los preescolares,
ya que potenciar experiencias facilitadoras, modelarán cerebros ávidos de
aprendizaje.
Desde
esta nueva mirada, las metodologías deberán apuntar en los primeros ciclos, a la
construcción del yo, la intersubjetividad. La importancia del yo, del concepto positivo
que tienen los demás de mí, facilita el proceso de adquisición de aprendizajes.
La
autoconsciencia deberá potenciarse en los primeros años de escolaridad. El
autoconcepto, la autoimagen y la autoestima, deberán ser reforzados por el docente, especialmente en
escuelas de sectores vulnerables, en talleres para padres o en reuniones de
apoderados.
Desde un análisis curricular, el colegio debiera
incluir en su P.E.I. (Proyecto Educativo Institucional), y en sus Planes y
Programas, todas las metodologías posibles de trabajar la didáctica
conjuntamente con elementos claves para potenciar la plasticidad neuronal, de manera de enriquecer fehacientemente los
espacios educativos.
Si hablamos de la inclusión de las neurociencias en
los programas educativos, el personal directivo deberá perfeccionar a su planta
docente y técnica en esta área, para
transformarlos en agentes inclusivos y
con reales ganas de innovar.
(Los profesores, por lo general, reaccionan frente a
los requerimientos de los establecimientos de manera positiva cuando se habla
de mejoras en los procesos de aprendizaje de los alumnos).
El
curriculum elegido por el establecimiento deberá involucrar la neurociencia a
través de los procesos de diagnóstico, planeamiento y evaluación de
aprendizajes.
Metodológicamente
hablando, ya no podremos realizar una planificación única dentro de una sala de
clases o frente a una materia determinada. Habrá que buscar múltiples
estrategias de organizar nuestras clases, tantas como alumnos tengamos en
nuestras salas.
Considerando
que las emociones están sobre las cogniciones, la significancia en los
contextos de aprendizaje juegan un papel fundamental. El profesor deberá ser un
mediador cercano, capaz de impactar y provocar en el alumno una disfunción en
la armonía del cerebro, para comprometerlo en su proceso. Deberá construir
vínculos poderosos con sus alumnos, en donde las emociones comprometan a ambos,
para que profesor y alumno busquen encontrar las mismas respuestas a sus dudas,
en donde sean cómplices en el aprender.
A
través del mundo exterior profesores y estudiantes deberán:
- Darse cuenta de
la ignorancia.
- Informarse
- Comprender la
información, estableciendo asociaciones de contenidos.
A nivel de mundo
interior:
- Internalizar la
información.
- Cambio en la conducta.
Si hablamos del enfoque curricular, por consecuencia,
debiésemos adoptar el Enfoque Racional Emotivo, en donde las emociones y los
sentimientos jugarán a favor de aprendizajes permanentes en el tiempo, de valor
para el estudiante y relevantes para el profesor.
Desde este
enfoque, debemos comenzar a incluir la inteligencia emocional en nuestros
campus educativos. No podemos desconocer que el concepto de inteligencia es complejo y
admite procesos cerebrales complejos. Si hablamos de motivación y
significancia, la inteligencia emocional desde su concepto de ser un “…conjunto
de habilidades que permiten ser capaz de motivarse y persistir frente a las
decepciones; controlar el impulso y demorar la gratificación, regular el humor
y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar; mostrar empatia
y abrigar esperanzas.” (DE LA BARRERA Y
DONOLO, 2009) nos hace sensibles a las diferencias individuales de los seres
humanos, a los periodos sensibles que debemos considerar, a la interrelación
entre profesor y alumno, a la necesidad de incluir en nuestras salas de clases
el amor por el otro, no solo en nuestras prácticas informales, sino en nuestras
metodologías.
Vivimos en un nuevo siglo, debemos ver la educación
desde esta nueva mirada. Los procesos de enseñanza y aprendizaje deberán ser
considerados desde la transdisciplinariedad. Incluir el aprendizaje como
ciencia y la educación como su aliado, nos llevará a observar con mayor
claridad que pasa en la anatomía funcional de las redes del cerebro. La suma de
neurociencia, educación y didáctica, solo enriquecerán nuestras prácticas
pedagógicas, beneficiando a nuestros
alumnos y a nosotros mismos.
Las
diferencias individuales de los alumnos en función de su estilo de organización
neuronal.
Identificar a los estudiantes como seres individuales,
constructores y portadores de realidades particulares, en procesos sensibles de
desarrollo de la vida diversos, y miembros de una sociedad demandante y en
constante búsqueda, es una prioridad cuando hablamos de la inclusión de las
neurociencias.
Por lo tanto, podríamos decir que el Modelo Clásico de
las Ciencias ya no se debiera admitir ni en los colegios ni en la docencia.
Desde el Modelo Post – Racionalista de Humberto
Maturana podemos identificar las necesidades educativas bajo otro prisma.
El alumno y el profesor construyen, desde esta mirada,
realidades particulares y propias, que quizás jamás podrán comprender desde sus
sitiales tan distintos. Como hay un espectador que construye la realidad desde
su mirada particular, no podemos hablar, según mi humilde percepción, de
normalidad o anormalidad de diferencias o similitudes entre los alumnos. El
tema es más complejo de lo que parece, pero la solución es más fácil de lo que
se cree.
Si hablamos que hay tantos tipos de conexiones
cerebrales, como personas existen, algo nos debiera unificar. Bajo este modelo
deberemos observar la organización neuronal como un proceso propio y particular
de cada individuo. Bajo este análisis, deberemos modificar y enriquecer específicamente nuestros
instrumentos evaluativos, especialmente por el respeto que se merecen nuestros
alumnos. Simplemente no todos hacemos todo como todos, y esa es la verdad, por
muy simple que parezca.
Bajo esta mirada, el amor juega un rol fundamental a
la hora de hablar de diferencias individuales. Solo el amor nos enriquece y nos
contiene. Solo el amor consuela y nos potencia. A través del amor podemos
unificarnos y pensar en el otro para beneficiarlo tanto como lo quisiera yo.
A través de esta reflexión y de este análisis podremos
incluir a la neurociencia en su totalidad en nuestros contextos de aprendizaje.
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